Las diferentes manifestaciones artísticas tienen una presencia constante en el entorno y en la vida de las personas. Desde esta perspectiva, el área de Educación Artística tiene el propósito de favorecer la percepción y la expresión estética del alumnado y de posibilitar la apropiación de contenidos imprescindibles para su formación general y cultural. La Educación Artística involucra lo sensorial, lo intelectual, lo social, lo emocional, lo afectivo y lo estético, desencadenando mecanismos que permiten desarrollar distintas y complejas capacidades con una proyección educativa que influye directamente en la formación integral
del alumnado, ya que favorece el desarrollo de la atención, estimula la percepción, la inteligencia y la memoria a corto y largo plazo, potencia la imaginación y la creatividad y es una vía para desarrollar el sentido del orden, la participación, la cooperación y la comunicación.
El área está integrada por dos lenguajes: plástico y musical. Ambos se articulan a su vez en dos ejes, percepción y expresión. El primero incluye todos aquellos aspectos relacionados con el desarrollo de capacidades de reconocimiento sensorial, visual, auditivo y corporal, que ayudan a entender las distintas manifestaciones artísticas, así como el conocimiento y disfrute de producciones plásticas y musicales de diferentes características. El segundo se refiere a la expresión de ideas y sentimientos mediante el conocimiento y la utilización de distintos códigos y técnicas artísticas.
En el área, la percepción se refiere a la observación de los elementos plásticos y a la audición musical. La observación debe centrarse en la interpretación, indagación y análisis del entorno natural y de la actividad y creación humanas, entendida esta última como generadora de objetos y elementos presentes en lo cotidiano y de representación puramente artística. Por su parte, la audición se centra en el desarrollo de capacidades de discriminación auditiva y de audición comprensiva, durante los procesos de interpretación y creación musical así como en los de audición de piezas musicales grabadas o en vivo.
La noción de medio a que se refiere el área, alude no sólo al conjunto de fenómenos que constituyen el escenario de la existencia humana, sino también a la interacción de los seres humanos con ese conjunto de fenómenos. El medio se ha de entender como el conjunto de elementos, sucesos, factores y procesos diversos que tienen lugar en el entorno de las personas y donde, a su vez, su vida y actuación adquieren significado. El entorno se refiere a aquello que el niño o la niña puede conocer mejor porque es fruto de sus experiencias sensoriales, directas o indirectas, porque le es familiar y porque está próximo en el tiempo o
en el espacio, si bien el uso de las tecnologías de la información y la comunicación hace que esta proximidad dependa cada vez menos de la distancia física.
El currículo de esta área ha de atender al desarrollo evolutivo físico, sensorial y psíquico del alumnado, al pensamiento concreto del niño de seis a doce años, a su amplia capacidad e interés por aprender al establecer relaciones afectivas con los elementos de su entorno y, también, a la necesidad de iniciarlo en el pensamiento abstracto al final de la etapa.
El área de Conocimiento del medio natural, social y cultural, engloba distintos ámbitos del saber, respeta la coherencia de cada uno de ellos, atiende a sus procesos específicos de aprendizaje, y orienta los distintos saberes hacia un propósito coincidente: contribuir a una mejor comprensión y explicación del conjunto de aspectos y dimensiones que constituyen el entorno humano. Por ello, el currículo del área posee un carácter eminentemente interdisciplinar, que establece relaciones orientadas a conseguir que los aprendizajes se
apoyen mutuamente y se favorezca un aprendizaje significativo.
Entender o ubicar a los ambientes de aprendizaje desde la interdisciplinariedad, complejiza las interpretaciones que sobre este tema pueden erigirse, posibilita nuevos enfoques de estudio, brinda nuevas unidades de análisis para el tratamiento de problemas educativos y ofrece un marco conceptual con el cual comprender mejor el fenómeno educativo, y de ahí poder intervenirlo con mayor pertinencia, partiendo de
los planteamientos de la re ingeniería educativa, no se trata de cambiarlo todo, sino de “intervenir, retomar, replantear” considerando lo que funciona y cambiando lo que obstaculiza. En la actualidad la escuela ha perdido presencia en la formación y educación de los jóvenes, ya no digamos en la humanización. Tenemos que reconocer que hoy en día la escuela no es la única entidad “que educa” o “forma” a los estudiantes puesto que cohabita con otras instancias comunitarias y culturales que contribuyen a ello, como los grupos urbanos de pares y los medios tecnológicos y de comunicación que, debemos reconocer, son un atractivo permanente lleno de misterios y magia para los dicentes.
Las grandes transformaciones de la educación en los últimos años, presuponen el establecimiento de nuevas modalidades y estrategias de formación y socialización en el aula, dirigiendo la atención a problemas asociados con la exclusión, los conflictos socio-educativo, el desarrollo humano de los sujetos y las comunidades, la comprensión, la reflexión, la formación para la vida, el aprendizaje generativo, el desarrollo de competencias, sin embargo, como mencionaba en la sección anterior, esta direccionalidad que se le ha dado a la escuela no ha redituado resultados notables.
En mayo de 1992 se suscribió el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, lo cual ha derivado en un proceso de reforma que ha considerado los principales campos de acción de la política educativa: el financiamiento, la organización general del sistema, los planes y programas de estudio, los materiales educativos, la elaboración de materiales de apoyo para la enseñanza, el establecimiento de Centros de Maestros, la Reforma Integral de la Educación Básica, Media Superior y Superior así como una oferta federal y estatal de cursos y talleres de actualización.
Aunado a ello se han creado y promovido una gama diversa de programas compensatorios, esto y lo anteriormente mencionado tiene como finalidad coadyuvar a mejorar la calidad de la educación, entendida, en términos prácticos, como el logro de los propósitos educativos fundamentales de cada nivel educativo.
Sin embargo, aun con todas estas acciones y programas que llevan ya casi dos décadas de haberse iniciado continuamos enfrentando problemas en materia de mejoramiento de la calidad de los resultados educativos. Y para ello basta revisar los resultados que se tienen en las pruebas estandarizadas., y en los reportes que
presenta el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación http://www.inee.edu.mx ), institución creada en el año 2002 y que tiene como tarea ofrecer a las autoridades educativas y al sector privado herramientas idóneas para la evaluación de los sistemas educativos, en lo que se refiere a educación básica (preescolar, primaria y secundaria) y media superior.
Si bien es cierto que se presentan avances importantes, es necesario resaltar que el promedio general está por debajo de lo esperado, especialmente en lo que se refiere al desarrollo de las habilidades intelectuales básicas, la solución de problemas y la comprensión de conceptos fundamentales de la ciencia, de la historia y de la geografía, aunado a ello vemos la creciente des humanización y pérdida de identidad en los alumnos, los docentes y la sociedad en general.
Convivir y participar activamente en una sociedad intercultural y plurinacional.
Sentirse orgullosos de ser ecuatorianos, valorar la identidad
cultural nacional, los símbolos y valores que caracterizan a la sociedad
ecuatoriana.
Disfrutar de la lectura y leer de una manera crítica y creativa.
Demostrar un pensamiento lógico, crítico y creativo en el análisis y resolución eficaz de problemas de la realidad cotidiana.
Valorar y proteger la salud humana en sus aspectos físicos, psicológicos y sexuales.
Preservar la naturaleza y contribuir a su cuidado y conservación.
Solucionar problemas de la vida cotidiana a partir de la aplicación de lo comprendido en las disciplinas del currículo.
Producir textos que reflejen su comprensión del Ecuador y el mundo
contemporáneo a través de su conocimiento de las disciplinas del
currículo.
Aplicar las tecnologías en la comunicación, en la solución de
problemas prácticos, en la investigación, en el ejercicio de actividades
académicas, etc.
Interpretar y aplicar a un nivel básico un idioma extranjero en situaciones comunes de comunicación.
Hacer buen uso del tiempo libre en actividades culturales,
deportivas, artísticas y recreativas que los lleven a relacionarse con
los demás y su entorno, como seres humanos responsables, solidarios y
proactivos.
Demostrar sensibilidad y comprensión de obras artísticas de diferentes estilos y técnicas, potenciando el gusto estético.
Gracias a la elaboración de este trabajo hemos
llegado a conocer aspectos de suma importancia con respecto a
la educación y a la pedagogía. Conocimos el
origen de cada una de estas ramas, entendiendo que la
educación está presente en la vida del hombre
desde los comienzos de su existencia. Vimos que desde el hombre
más antiguo y primitivo hasta las sociedades
más estructuradas se educaban, de diferente manera y con
diversos fines que en la actualidad, pero aún así
ejercían una educación práctica para sus
fines.
La pedagogía por otra parte, se originó
también en épocas antiguas, creando grandes
antecedentes, pero sólo fue reconocida como un movimiento
histórico en el siglo XIX.
Analizamos la evolución que tuvo tanto la
educación como la pedagogía a lo largo de la
historia, comprendiendo así cada momento que vivieron
éstas para llegar a ser lo que conocemos en la
actualidad. Estudiamos la diversidad de influencias sociales
que tuvieron cada una de ellas, dependiendo de la época,
como por ejemplo las Guerras
Mundiales.
Por último analizamos la relación que
existió y existe entre ellas, comprendiendo de esta
manera que son dos ramas estrechamente vinculadas entre
sí, y que para que se pueda obtener un buen desarrollo
educativo, con instituciones y leyes, deben de
funcionar tanto la educación como la pedagogía de
manera uniforme y trabajar en conjunto. Gracias a la
elaboración de este trabajo hemos llegado a conocer un
poco más acerca de temas de vital importancia para
nosotras como futuras educadoras.
Características
del profesional de la educación de la primera infancia
El
profesional de la educación de la primera infancia ha de tener determinadas
características que lo identifiquen, y que están muy relacionadas con las exigencias
que le demanda la sociedad en la cual desenvuelve su trabajo. Estas particularidades
han de estar obviamente reflejadas en su perfil profesional, pero que por su
importancia en la primera infancia, requieren de una reiteración, por lo que
en este acápite se ha de profundizar al respecto.
Entre
las características que deben caracterizar el quehacer profesional del educador
de estas edades se encuentran el mantener una ética profesional consolidada
y una responsabilidad social que le permita formar en sus educandos los más
nobles y puros sentimientos hacia lo que les rodea: el medio ambiente, la familia,
sus educadores, sus coetáneos, su hogar, su país y todo lo que lo representa
una formación acorde con la sociedad en que se desarrollan, y con valores morales
y sociales positivos.
Un
educador de la primera infancia ha de tener una amplia formación cultural general
e integral y un alto nivel creador para iniciar con eficiencia y calidad la
formación estética de sus pequeños educandos, así como para desempeñar un papel
importante como promotor de la cultura en su entorno, siendo a la vez, un ejemplo
de educador, formador de elevadas cualidades éticas y estéticas.
Dado
que su objeto de trabajo son los niños de cero a seis-siete años, el profesional
ha de poseer un conocimiento pleno de las particularidades del desarrollo de
los niños que forma y educa, tanto desde el punto de vista de su desarrollo
fisiológico como psicológico, que le permita una comprensión cabal de sus necesidades,
sus intereses y de los requerimientos propios de estos, para lograr un sano
desarrollo de la personalidad.
A
su vez, este profesional ha de dominar las habilidades pedagógicas necesarias
e indispensables para dirigir un proceso educativo complejo con niños de las
edades entre 0-6 años, los cuales presentan particularidades diferentes en cada
grupo evolutivo que atiende, niños que se caracterizan por un acelerado proceso
de desarrollo físico y mental, y que exige la aplicación de procedimientos pedagógicos
específicos y disímiles, y en los que ocurren cambios significativos en breves
períodos de tiempo.
Esto
conlleva a su vez el que este educador de la primera infancia haya formado habilidades
para organizar, estructurar y orientar el proceso educativo, en todas sus variantes,
dirigido a la participación conjunta de él como educador y de los niños, que
constituyen el eje central de su accionar pedagógico.
De
igual manera, y esto es un elemento importante, este profesional ha de que
poseer las habilidades necesarias para realizar un trabajo de atención preventiva
y de orientación de la salud y el bienestar de sus niños, que requieren un extremo
cuidado para atender todas sus necesidades básicas fundamentales (alimentación,
aseo y sueño) y prever los peligros a que están expuestos debido a su vulnerabilidad,
fragilidad y poco desarrollo del validísmo y la independencia.
Igualmente
ha de tener capacidad para diagnosticar y evaluar el nivel real de competencia
de los niños que educa, y la dinámica del proceso de desarrollo de cada uno
de ellos de manera sistemática, de modo tal de poder ejercer acciones para compensar
las deficiencias posibles que se puedan presentar en alguno de ellos, mediante
vías afines a su labor educativa.
La
atención a la diversidad significa que el educador de la primera infancia ha
de ser capaz de dar una respuesta educativa personalizada a los educandos, que
pueden ser muy diversos y pertenecientes a medios y procedencias culturales
distintas, y ser a su vez capaz de trazar las estrategias más adecuadas que
le permitan introducir oportunamente las transformaciones pedagógicas y de tipo
metodológico necesarias que lo conduzcan al éxito educativo, de acuerdo con
las capacidades y necesidades de cada uno de ellos.
Un
educador de la primera infancia ha de poseer la sensibilidad necesaria para
comprender la significación de la labor que realiza, y considerarse el máximo
responsable de la calidad del aprendizaje y el desarrollo de los niños, a fin
de lograr el máximo desarrollo posible de las potencialidades de cada educando
y logre prepararlos eficientemente para su ingreso a la escuela básica, y lograr
que disfruten plenamente la niñez en actividades propias de su infancia.
Todo
esto ha de acompañarse en primer grado, de una capacidad para comunicarse con
los niños con afecto, bondad e inteligencia, y propiciar en todo tipo de actividad
que realice con ellos, las mejores relaciones interpersonales, así como la de
establecer las relaciones necesarias con otros educadores, con la familia y
con la comunidad a los efectos de unificar criterios educativos y lograr que
todo lo que los rodea influya positivamente en su formación y desarrollo.
El
profesional de la educación de la primera infancia ha de ser capaz investigar
y reflexionar acerca del efecto transformador del trabajo educativo que realiza
con los niños, la familia y la comunidad, en función de extraer el máximo provecho
a las potencialidades ilimitadas de estos, así como llevar a cabo soluciones
para los problemas de la práctica cotidiana derivados de sus acciones de investigación.
Asimismo,
este educador ha de tener la capacidad para evaluarse y para someter a la evaluación
externasu comportamiento como educador, como vía para valorar crítica
y autocríticamente su propio trabajo, rectificar sus errores, perfeccionar sus
métodos y asimilar y utilizar, de manera reflexiva las observaciones y señalamientos
que se le hagan a su labor, así como apropiarse de la mejor experiencia, con
criterio de selección. de saber, de actualizarse y elevar su nivel cultural,
científico y profesional de manera permanente.
Estas
características indican que el educador de la primera infancia ha de tener conciencia
de su condición de personas en construcción permanente de su ser, de un constante
mejoramiento, con derecho a equivocarse, pero con interés por aprender y asumir
su rol en la dirección del proceso educativo, educadores de mente abierta dispuestos
a un análisis constante de su quehacer para perfeccionarlo cada día.
A
las características anteriores se unen otras muchas particularidades que son
consustanciales a un educador de estas edades, como es el sentir amor y respeto
por su profesión y dedicación a la misma, ser observador y analítico de los
hechos y fenómenos que suceden a su alrededor, ser organizado, cooperador, responsable
de sus funciones y con una buena actitud hacia su trabajo, en el que sea modelo
de disciplina y ejemplaridad, de iniciativa y creatividad, con amor y sensibilidad
hacia el arte, la naturaleza, el desenvolvimiento social.
Todas
estas cualidades han de constituir parte integral de la personalidad de un educador
de la primera infancia, pero en la que ha de descollar el amor y respeto hacia los niños y mostrar la maestría
y tacto pedagógico indispensables para formar y educar a los niños de esta edad,
a su familia y a la comunidad a la que pertenecen.
Diseño curricular
y perfil del profesional
Del
análisis de las definiciones y tendencias expuestas anteriormente hasta aquí,
se infiere que, bajo el término de diseño curricular se encierra un concepto
polisémico que se emplea indistintamente para referirse a planes de estudio,
programas, objetivos e incluso a la instrumentación didáctica del proceso de
enseñanza – aprendizaje. Cada autor le da una interpretación al diseño curricular
en correspondencia con su visión de la problemática educativa, la cual está
determinada por su posición filosófica en la sociedad en que vive, lo que a
su vez determina las concepciones psicológicas y pedagógicas en que se apoya.
Cuando
el diseño curricular está visto en relación con el perfil o modelo de un profesional,
puede afirmarse que se sustenta en teorías curriculares que representan ciertas
regularidades sobre las cuales se puede establecer determinados modelos metodológicos
para la concepción dicho currículo.
El diseño
curricular para la formación de educadores es parte de la Pedagogía, por lo
que los modelos de desarrollo curricular generalmente se sustentan en las teorías
didácticas. En el caso que nos ocupa, el diseño curricular es el proceso dirigido
a elaborar la concepción del perfil del profesional de la educación de la primera
infancia, por cuanto se considera que este perfil o modelo del profesional
cumple dos funciones: actúa como punto de partida en la elaboración del plan
de estudio y es contexto referencial del planeamiento y ejecución del proceso
docente, y en un plazo más mediato, conforma el patrón evaluativo de la calidad
de los resultados del graduado como profesional y como ciudadano.
En
la formación del educador la determinación del perfil del profesional como parte
importante del diseño curricular es una etapa significativa dentro de este
proceso, por cuanto, a partir de él se determinan los demás componentes del
diseño curricular que permiten a la institución correspondiente, formar al profesional
sobre la base de los resultados esperados, y que se encuentran contenidos en
dicho perfil.
En
la literatura especializada se abordan indistintamente los términos modelo o
perfil del profesional. El modelo del profesional es el ideal que se desea
formaren un determinado campo. Es una descripción cualitativa en
el marco ideal de lo que debe ser y hacer este profesional, y por lo tanto,
constituye una generalización. Es, dicho en otras palabras, lo ideal normado.
El
modelo del profesional se concreta en el perfil que lo caracteriza, teniendo
en cuenta sus cualidades, las habilidades, los conocimientos y actitudes que
este deberá asumir para resolver los problemas en un campo de acción determinado.
El perfil permite determinar las vías para la consecución del modelo.
Cuando
se hace referencia entonces a un modelo del profesional, hay que remitirse necesariamente
al concepto de profesión. Según G. Labarrere, por profesión en la educación
ha de entenderse el tipo de actividad laboral que exige del hombre determinado
un volumen de conocimientos, habilidades y hábitos generales y especiales, los
cuales se adquieren en el trabajo docente-educativo y en el trabajo práctico.
Cada
profesión le plantea a la personalidad de los distintos tipos de especialistas
una serie de exigencias derivadas de las necesidades sociales en las diferentes
esferas laborales. Estas exigencias pueden variar, en relación con el nivel
de desarrollo de la propia sociedad, y de aquello que constituye su objeto de
trabajo, en el caso actual, la formación y educación de los niños en la primera
infancia.
Pudiera
significarse que los modelos profesionales ejercen un impacto regulador sobre
el ejercicio profesional, en tanto representan el peso de lo instituido por
la sociedad. Desde este punto de vista el perfil del profesional es siempre
una demanda de la sociedad.
Esto
podría entenderse como un trasfondo de la realidad común que moldea la conducta
de los profesionales, incluyendo en ella cierto margen de regularidad, previsibilidad
y continuidad. Operan como patrones normativos del ejercicio profesional en
su máximo nivel de singularidad, o sea, el profesional en su situación
de trabajo. En términos más específicos constituye un prototipo de disposiciones,
relativamente duraderas, en los modos de actuar, pensar y sentir la actividad
profesional. Tales disposiciones se articulan dando forma a configuraciones,
más o menos estables de rasgos, cualidades y atributos, habilidades, hábitos,
que definirán el "ser en sí " de la profesión, en las condiciones
socio-históricas particulares.
Antes
de entrar en el proceso de configuración del perfil o modelo del profesional
de la educación y más particularmente, del educador de la primera infancia,
es oportuno exponer algunas ideas acerca de qué es un profesional en sentido
general.
El
profesional es una persona que:
§Tiene
una ocupación con la cual está comprometido;
§Tiene
una motivación e inclinación por su carrera y la mantiene durante toda su vida;
§Posee
y domina, como resultado de un proceso largo de formación, conocimientos y habilidades;
§Usa
sus conocimientos en función de los beneficiarios;
§Posee
un sentimiento especial por la contribución que brinda;
§Es
experto en el área específica en que fue preparado;
§Puede
agruparse en asociaciones para satisfacer necesidades de la población a la que
presta sus servicios;
§Asiste
a eventos y mantiene contactos diversos con sus colegas para beneficio del oficio.
La
formación de los profesionales de la educación de la primera infancia constituye
una tarea de primer orden que expresa la concepción pedagógica que se tiene
acerca del proceso de enseñanza aprendizaje y se concreta en la concepción
de las condiciones específicas del proceso docente educativo.
En
este sentido, en la Conferencia Mundial Educación “Educación para todos”, realizada
en 1990, se recomendó la necesidad de formar maestros polivalentes para lograr
una articulación entre la educación formal y la no formal, y se hizo hincapié
además en la vinculación entre la formación inicial del educador y la educación
permanente como una necesidad para su mejoramiento y su continua actualización.
Tal como puede apreciarse en el plano internacional se le confirió una enorme
importancia a la precisión de los diseños curriculares para estos educadores,
de qué deben saber y saber hacer para la apropiada realización de su futuro
actuar profesional.
Concebido
así, el problema del perfil o modelo del profesional para la atención y educación
de los niños en la primera infancia, se convierte en el centro, en el punto
de partida y la clave de cualquier proceso de elaboración curricular. Sin embargo,
en lo que respecta a lo que debe expresar el modelo, a su contenido, a su concepción
en general, han existido diferentes criterios.
Algunos
autores consideran que el modelo del profesional constituye una descripción
que refleja las características fundamentales del sujeto de estudio, que constituye
una generalización de las particularidades psicológicas del profesional de determinado
perfil. Este modelo se enfoca como el modelo de las cualidades o características
individuales de la personalidad.
Es
natural que en una edad de tan especial significación para el desarrollo del
ser humano, y en el que los niños son tan vulnerables y sensibles a los agentes
externos que inciden sobre ellos, las particularidades de la personalidad de
las personas que los forman y educan cobran una importancia fundamental. El
niño de cero a seis años requiere de un adulto comprensivo y afectuoso, capaz
de identificarse con él y de proporcionarle de la manera más paciente y cuidadosa
todo aquello que ha de integrar su educación y la posibilidad de alcanzar el
máximo desarrollo de sus potencialidades.
Esto
ha conducido, en el mejor de los casos, a hacer condición indispensable para
trabajar con niños de esta edad y, por lo tanto, formar parte del perfil del
profesional, que el mismo posea las condiciones psicológicas de la personalidad
que lo hagan idóneo para la educación de estos niños. Así, algunos de los instrumentos
que se han creado para detectar en los estudiantes que aspiran a ingresar en
la carrera de formación de educadores de la primera infancia, tratan de indagar
primariamente en la presencia de estas particularidades psicológicas específicas,
como requisito básico para aprobar su ingreso al estudio de esta profesión.
Pero,
en el peor de los casos, esto se ha unilateralizado en ocasiones, y se ha considerado
que es lo único importante, haciendo poco hincapié en la necesaria tecnificación
y capacitación científica que requiere un profesional para la labor educativa
en esta edad.
Es
por ello que otros consideran que lo importante no son las condiciones psicológicas
y conductuales del sujeto, sino que lo significativo son el contenido del
plan de estudio y de los programas lo que constituye el modelo del profesional.
Para
los que defienden esta posición, la formación de capacidades y habilidades,
tanto de tipo académica como práctica, es lo fundamental a considerar en la
formación del estudiante y en su futuro quehacer profesional, por lo que insisten
en que el perfil del profesional defina con meticulosidad, las condiciones y
particularidades de su campo de trabajo futuro.
Una
posición y otra son totalmente desacertadas, porque abarcan solo parcialmente
el resultado que se desea obtener, cayendo en un enfoque reduccionista y polarizador.
El
perfil de un profesional de la educación, y particularmente para la primera
infancia, ha de reflejar, de la manera más precisa posible, las exigencias fundamentales
que la sociedad plantea al educador para que pueda dar cumplimiento a su actividad
profesional, con la calidad que esto requiere, y con las expectativas que se
derivan de su rol social, pero a su vez ha de establecer las condiciones personales
que se requieren para poder ejercer dicha profesión.
J.
Beillerot considera que el educador es aquel que posee un determinado saber,
y que “en cualquier terreno es un ser excepcional por su cultura, su sabiduría,
su habilidad ...“ Esa cultura, esa sabiduría, esas habilidades, deben ser en
el modelo el reflejo de la actividad que de alguna manera expresa las múltiples
dimensiones de su vida social como valiosa fuente del saber; las habilidades
para organizar y ejecutar el proceso educativo; para evaluar y autoevaluarse
y someterse él mismo a la evaluación externa, así como las capacidades y cualidades
que le permitan ser y sentirse el máximo responsable de la calidad de los servicios,
del aprendizaje de los educandos, del significado que para ellos tenga el aprender,
como lo tiene para él, el enseñar.
En
la actualidad quedan pocos seguidores de la idea de que el perfil del profesional
para la educación sólo tiene que ver con los conocimientos. En este sentido,
A. Forner refleja una crítica en la que señala que la formación de los futuros
educadores está descompensada en lo que respecta al equilibrio entre “la preparación
académica (contenidos), la profesionalizadora (psico-socio-pedagógica) y toda
la conciencia profesional (currículum no declarado).
F.
Díaz Barriga afirma que una de las etapas de la metodología del diseño curricular
consiste en la delimitación del perfil del egresado y agrega que en el caso
de un perfil profesional, además del saber, el saber hacer y el ser de este
futuro profesional, ha de definir una visión humanista, científica y social
integrada alrededor de los conocimientos, las habilidades, las destrezas, las
actitudes, los valores, etc., y que, por lo tanto, es importante incluir la
delimitación de las áreas o sectores donde el egresado realizará su actividad,
los principales ámbitos de su labor, así como las poblaciones y beneficiarios
de su quehacer profesional.
Generalmente
los motivos de los fracasos de la educación se han buscado en la calidad de
la formación inicial en los centros pedagógicos y en el perfil socio académico
de los que allí se preparan, y esto tiene mucho que ver con los procedimientos
empleados en la elaboración del modelo, procedimientos que deben tener como
resultado el reflejo de aquellas exigencias fundamentales, crecientes y cambiantes,
que las necesidades sociales sitúan al educador.
Al
respecto, si bien el criterio para valorar a los egresados de una determinada
formación profesional hay que buscarlo en primer lugar en cómo se proyecta su
formación para la práctica educacional, también ha de continuarse buscando,
una vez que egresa, en cómo perfeccionar constantemente su saber, y qué influencia
ejerce la dirección del centro infantil y el colectivo docente en la elevación
permanente de su preparación profesional, y de cómo, de ser posible, se realiza
el seguimiento de ese egresado por el centro formador.
Muchos
autores aseguran que el perfil del profesional de la educación constituye un
instrumento de trabajo de enorme significación para aquellos que han
de formar a estos profesionales, y que permite evaluar el desempeño de los estudiantes
y de los egresados, puesto que en el mismo, como modelo, están planteadas las
aspiraciones que se desean alcanzar en el profesional, lo cual posibilita ir
valorando el nivel de desarrollo por años de formación del futuro profesional.
Señalan a su vez que es un instrumento que sirve para comprobar hasta qué punto
los contenidos, las disciplinas y asignaturas, o los módulos están alcanzando
los objetivos propuestos.
E.
Fernández señala que el modelo del profesional es un patrón que debe modelar
todas las actividades inherentes a la formación de un determinado especialista.
Esto le imparte un extraordinario valor práctico, pues a partir de su concepción
se puede derivar la estrategia para la formación, la superación, la investigación
y la actividad laboral de tales especialistas, y constituye el punto de referencia
en el proceso de formación de los docentes
Todo
lo anterior conduce a reafirmar la importancia del modelo del profesional como
punto de partida de toda elaboración curricular, y al mismo tiempo, se
señala que solo cuando la formación del educador parta del perfil y transite
de las condiciones iniciales de la formación a las condiciones con las que debenegresar los docentes, solo entonces se puede afirmar que el modelo es
eficaz, que ha tenido valor práctico, y que ha constituido una guía para posibilitar
la correspondencia entre la preparación que debe ofrecer el centro formador
y la actividad concreta que debe saber realizar el egresado al incorporarse
a su vida profesional.
El
Perfil o Modelo del Profesional, además de constituir el documento rector, la
fuente, guía y punto del que hay que partir inexorablemente para el diseño curricular
en general, constituye inequívocamente un instrumento regulador de la formación
y la autoformación del futuro profesional.
Los
objetivos generales de este perfil concebidos particularmente en función de
un profesional de la educación de la primera infancia han de estar enmarcados
en tres direcciones fundamentales: una dirección ético- social, una dirección
cultural y una dirección profesional, que se han de derivar de los principios
y de los objetivos más generales de la formación de personal planteados por
el sistema social.
Estos
objetivos generales han de comprender elsistema de cualidades del individuo
y de los conocimientos y, consecuentemente, del sistema de funciones yhabilidades
propios de este profesional, elementos que resulta necesario también tener en
cuenta al determinar dichos objetivos generales. De este modo queda conformado
un sistema en el cual los procedimientos y los resultados se autorregulan uno
a otro y modifican de manera biunívoca..
Por
otra parte, el sistema de funciones y habilidades, que constituyen los modos
de actuación del futuro profesional, se materializanen las tres
áreas fundamentales de formación: la académica, la investigativa y la práctico-laboral,
y mediante las cuales el egresado puede dar solución a los problemas profesionales
que se le presenten en su vida laboral, que se han derivado en última instancia
de los objetivos generales que se plantearon en su proceso de formación.
A
su vez este perfil, que marca el quehacer del futuro profesional, ha de irse
construyendo a todo lo largo del plan de formación, desde las acciones más simples
hasta los últimos años que impliquen prácticamente este quehacer, pero aún en
condiciones de la formación. A modo de ejemplo se plasma un esquema general
de estas acciones en una carrera hipotética que dure cinco años de formación:
PRIMER AÑO:
Demostrar
habilidades comunicativas en su relación con los niños, la familia y la comunidad
y perfeccionar el uso de la lengua materna como fundamento para el desarrollo
de las habilidades profesionales.
Caracterizar
las particularidades anatomofisiológicas y psicológicas del niño en la primera
infancia.
Planificar
y aplicar técnicas de investigación socioeducativas para caracterizar la comunidad,
la familia y el sistema de relaciones con el centro infantil y las vías de la
educación no formal.
Utilizar
diferentes técnicas de estudio que conduzcan a la elaboración de fichas y resúmenes
bibliográficos para la recopilación de información relacionada con los contenidos
de las asignaturas, disciplinas o módulos.
SEGUNDO AÑO
Aplicar
los conocimientos en las actividades académicas, investigativas y de la práctica
laboral.
Valorar
el desarrollo psíquico del niño de cero a seis años en todos los grupos de edad
(desde lactantes hasta el sexto año de vida).
Realizar
tareas investigativas relacionadas con los contenidos de las asignaturas del
año y en correspondencia con algún aspecto del trabajo con el grupo de niños
que atiende.
Valorar de manera crítica y reflexiva
el desarrollo del proceso pedagógico en la práctica profesional cotidiana, tanto
en el centro infantil como en el trabajo comunitario.
TERCER AÑO
Demostrar,
a través de los contenidos de las asignaturas, el perfeccionamiento de las habilidades
de la expresión oral y escrita y su aplicación en el trabajo diario.
Realizar
tareas investigativas encaminadas a la solución de los problemas de su actividad
pedagógica profesional con los niños, la familia y la comunidad.
Demostrar
el desarrollo y perfeccionamiento de habilidades para la dirección del proceso
pedagógico, en función de la formación integral de los niños.
Aplicar
estrategias para el tratamiento diferenciado de los niños, tanto grupal como
individualmente.
CUARTO AÑO
Demostrar
dominio de la lengua materna y servir de modelo a sus educandos.
Realizar
trabajos investigativos con independencia y creatividad, encaminados a proponer
soluciones a problemas concretos del trabajo educativo con los niños, la familia
y la comunidad.
Aplicar
los conocimientos y habilidades psicológicos, pedagógicos y metodológicos, con
sentido crítico y transformador, en la dirección del proceso docente‑educativo,
tanto en la institución, en las vías no convencionales, con la familia y la
comunidad.
QUINTO AÑO
Demostrar
dominio de la lengua materna y aplicar un modelo de comunicación ejemplar con
los niños, los padres y en el trabajo con la comunidad.
Investigar
problemas actuales de la educación de la primera infancia y proponer soluciones
que contribuyan al perfeccionamiento del trabajo con los niños, la familia y
la comunidad.
Dirigir
el proceso docente‑educativo con un estilo creador, poniendo en el centro
de dicho proceso al niño como sujeto activo de su propia educación.
Aplicar
creadoramente en la actividad recreativa con los niños, tanto en la institución
como en la comunidad, los conocimientos y habilidades relacionados con las manifestaciones
culturales del acervo nacional y universal.
Demostrar
en el ejercicio de culminación de estudios el dominio de los conocimientos y
las habilidades de carácter filosófico, higiénico, psicológico, pedagógico y
metodológico adquiridos durante la carrera.
Tal
como se destaca la formación del profesional no es algo que está dado como producto
final aislado, sino que se va conformando en la medida en que la formación del
educador adquiere niveles cada vez más complejos, tanto en lo que se refiere
a su área de formación académica, a la de su formación investigativa, y a la
de su área de la práctica laboral.
En
este sentido, el egresado, que se ha formado siguiendo los lineamientos de un
modelo preestablecido de su quehacer profesional, adquiere las capacidades y
habilidades necesarias para el ejercicio de su profesión, sobre la base de la
consolidación de su vocación expresada en las particularidades y condiciones
de su personalidad en la misma medida en que se va conformando como un profesional.
La
formación de docentes constituye una preocupación constante en el ámbito mundial
por parte de muchos investigadores y autoridades relacionadas con esta formación.
Sin embargo, a pesar de algunas ideas que han venido a arrojar un poco de luz
al respecto, las evidentes dificultades existentes en este terreno arrojadas
por estudios realizados, muestra que se mantienen concepciones limitadas en
los actuales planes de formación, dados por varias causas como son: la heterogeneidad
de enfoques y concepciones, la desvinculación de la teoría y la práctica, el
inmovilismo y las prácticas tradicionalistas, entre otras, que dan como resultado,
una baja calidad en la profesionalización de los docentes.
El
caso particular de la formación de profesionales para la educación de la primera
infancia está marcada también por las dificultades mencionadas, que se agudizan
en este caso por el hecho de su limitación en cuanto al campo de acción, el
perfil de los egresados, la corta duración de los estudios, el poco conocimiento
de las particularidades psicofisiológicas y motrices de los niños de esta edad,
el poco dominio de los métodos y procedimientos del trabajo con estos menores,
entre otras muchas causas.
A
esto se une la no concientización de las autoridades gubernamentales de la importancia
de la edad de cero a seis-siete años para el desarrollo, el carácter no obligatorio
de la educación de la primera infancia en muchos países, la no designación de
presupuestos para esta enseñanza, incluso hasta la no comprensión de las autoridades
educaciones de la necesidad de estimular el desarrollo en esta fase de la vida,
que hace que en muchos lugares la misma se concrete en el mejor de los casos
a los últimos años de la primera infancia, generalmente vistos exclusivamente
como un período de preparación del niño para el aprendizaje escolar.
Todo
ello ha redundado de manera no positiva en la formación de los profesionales
para la atención y educación de los niños en estas edades, lo cual ha dificultado
la creación de planes de formación verdaderamente científicos y que den respuesta
a las necesidades actuales del desarrollo social y técnico, y las expectativas
que el nuevo milenio plantea para la formación de las nuevas generaciones.
La educación en Ecuador está reglamentada por el Ministerio de Educación, dividida en educación fiscal, fiscomisional, municipal, y particular; laica o religiosa , hispana o bilingüe intercultural. 123
La educación pública es laica en todos sus niveles, obligatoria hasta
el nivel básico, y gratuita hasta el bachillerato o su equivalente.
Por otra parte la enseñanza, tiene dos regímenes, costa y sierra. Al régimen costa, pertenecen el litoral y las islas Galápagos,
las clases comienzan a principios de abril de cada año y terminan en
enero del siguiente año, en las vísperas de las vacaciones de invierno.
Al régimen sierra la región interandina y amazonía,
inicia en septiembre de cada año y finalizan en junio del próximo año,
justo a las vacaciones de verano, con una duración de casi 10 meses.
Educación General Básica
Corresponde desde 1º año de básica, usualmente se inscriben niños de
alrededor de 5 años, hasta 10º año de básica, a la edad de 14 años.
La Educación General Básica en el Ecuador abarca diez niveles de
estudio, desde primero de básica hasta completar el décimo año. Los
jóvenes están preparados, entonces, para continuar los estudios de
Bachillerato y para participar en la vida política y social, conscientes
de su rol histórico como ciudadanos ecuatorianos.
Este nivel educativo permite que el estudiantado desarrolle
capacidades para comunicarse, para interpretar y resolver problemas, y
para comprender la vida natural y social.
Los jóvenes que concluyen los estudios de la Educación General Básica serán ciudadanos capaces de:
Convivir y participar activamente en una sociedad intercultural y plurinacional.
Sentirse orgullosos de ser ecuatorianos, valorar la identidad
cultural nacional, los símbolos y valores que caracterizan a la sociedad
ecuatoriana.
Disfrutar de la lectura y leer de una manera crítica y creativa.
Demostrar un pensamiento lógico, crítico y creativo en el análisis y resolución eficaz de problemas de la realidad cotidiana.
Valorar y proteger la salud humana en sus aspectos físicos, psicológicos y sexuales.
Preservar la naturaleza y contribuir a su cuidado y conservación.
Solucionar problemas de la vida cotidiana a partir de la aplicación de lo comprendido en las disciplinas del currículo.
Producir textos que reflejen su comprensión del Ecuador y el mundo
contemporáneo a través de su conocimiento de las disciplinas del
currículo.
Aplicar las tecnologías en la comunicación, en la solución de
problemas prácticos, en la investigación, en el ejercicio de actividades
académicas, etc.
Interpretar y aplicar a un nivel básico un idioma extranjero en situaciones comunes de comunicación.
Hacer buen uso del tiempo libre en actividades culturales,
deportivas, artísticas y recreativas que los lleven a relacionarse con
los demás y su entorno, como seres humanos responsables, solidarios y
proactivos.
La carrera de Pedagogía en Educación Básica con especialidad en Lenguaje y
Comunicación o Educación Matemática, tiene el propósito de formar un
profesor que demuestre dominio de contenidos disciplinarios, didácticos y
pedagógicos, que contribuya al mejoramiento de la calidad de la
educación y al desarrollo integral de niños y niñas del país. Al
incorporarte a esta innovadora propuesta curricular, alineada con
estándares y criterios de excelencia, con un marcado uso de las TICs,
tendrás durante el primer año una acabada preparación en Lectura,
Escritura y Matemática (LEM), que te permitirá ejercer en ambos
subsectores de 1º a 4º Año Básico. A partir de segundo año tu formación
docente se centrará en la especialidad de Lenguaje y Comunicación o
Educación Matemática que orientadamente elijas al final de primer año,
lo que te habilitará para desempeñarte como experto en una de estas dos
especialidades, en cualquier establecimiento de Educación Básica, o
ejercer libremente tu profesión.
La situación de la educación en el Ecuador es dramática,
caracterizada, entre otros, por los siguientes indicadores: persistencia
del analfabetismo, bajo nivel de escolaridad, tasas de repetición y
deserción escolares elevadas, mala calidad de la educación y deficiente
infraestructura educativa y material didáctico. Los esfuerzos que se
realicen para revertir esta situación posibilitarán disponer de una
población educada que pueda enfrentar adecuadamente los retos que impone
el actual proceso de apertura y globalización de la economía.
Palabras
clave: analfabetismo, analfabetismo funcional, escolaridad, tasa neta
de escolarización, repetición, deserción escolar, niveles de
aprendizaje, recursos del sistema educativo, infraestructura educativa y
material didáctico, grado de preparación de los profesores, presupuesto
educación y políticas de educación.
PSICOLOGIA DEL APRENDIZAJE CON LA EDUCACION BASICA
Su punto de inicio es la psicología del
desarrollo, que es una rama de la psicología que estudia los cambios
conductuales y psicológicos de las personas, durante el periodo que se
extiende desde su concepción hasta su muerte, y en todo tipo de
ambientes, tratando de describirlo y explicarlo en relación con el
propio sujeto, así como en relación con las diferencias que existen
entre ellos; a fin de poder llegar a predecir los comportamientos y,
como dirían los teóricos del ciclo vital, "optimizar el desarrollo".
PENSAMIENTO LOGICO MATEMATICO EN LA EDUCACION
El presente siglo reclama una sólida
formación cultural, fundamento imprescindible para la comprensión global
de la época. Sin duda la educación representa una herramienta
fundamental transformadora que contribuye a configurar la estructura
cognitiva permitiendo la adquisición de conocimientos teóricos y
prácticos que facilitan una convivencia armónica, es el principal agente
de trasformación hacia el desarrollo sostenible permitiendo la
obtención de mejores condiciones de vida, es un ingrediente fundamental
en la vida del hombre, da vida a la cultura, la que permite que el
espíritu del individuo la asimile y la haga florecer, abriéndole
múltiples caminos para su perfeccionamiento, tiene fundamentalmente un
sentido espiritual y moral, siendo su objeto la formación integral del
individuo. Esta preparación se traduce en una alta capacitación en el
plano intelectual, en el moral y el espiritual, se trata de una
educación autentica, que alcanzará mayor percepción en la medida que el
sujeto domine, autocontrole y auto dirija sus potencialidades.
CREATIVIDAD Y EDUCACION
Esta sociedad, caracterizada
por una dinámica vertiginosa y competitiva, se refleja en una sucesión
continuada de cambios de variada naturaleza que afectan en mayor o menor
medida a nuestra forma de vida, de pensar, hacer, enseñar, etc.
La nueva sociedad de
hoy, la sociedad de la información y conocimiento, requiere de nuevos
enfoques formativos que nos permitan “aprender a aprender” para seguir
formándonos toda la vida. El aprendizaje de las nuevas tecnologías de
una fase temprana del desarrollo educativo juega por tanto un papel
fundamental. Contenidos más dinámicos, mayor flexibilidad de adaptación,
interactividad o facilidad en la actualización de contenidos son, por
otro lado, algunas de las ventajas que ofrece la introducción de las
nuevas tecnologías (TIC) en las aulas. Las TIC en los colectivos con discapacidad Uno
de los colectivos que se ve especialmente beneficiado por la aplicación
de las TIC al área de la educación es el de las personas con
discapacidad y es que, si el desarrollo tecnológico no tiene en cuenta
las necesidades de este sector, se puede dar nuevas formas de exclusión
social. Las personas ciegas o deficientes visuales tienen, como es
obvio, serios problemas de accesibilidad a las TIC. Dicha dificultad si
suple con los llamados ”revisores de pantalla” que permiten interpretar
la pantalla a través de una línea Braille añadida al teclado y un
sistema de voz. En caso de que no haya ceguera sino deficiencia visual,
la solución radica en el tamaño de las fuentes, colores. Contrastes,
resolución de pantalla, etc.
SER MEJOR EN LA EDUCACIÓN
Hay cierta hora en el pastor ingenuos
asombra ente la naturaleza y rodea al reflejarse en su imaginación de
ello se convierte en poema desde la tierra que pisa asta el rebaño que a
parienta. La inmensa masa de los hombres piensan con la cabeza,
quien explicara algún misterio del universo o de la vida entera los que
viven debajo de ese nivel y no adquieren esa educación permanecen
sujetos a dogmas que otros les imponen a rebañarse en nombre de ideales,
es decir que el excelente animal esta mas próximo del hombre menos
inteligente.